domingo, 5 de agosto de 2007

Once Cuarenta y Cinco




Aún gotea desde el techo tu sombra
y rebota de un lado a otro
el eco de tus ladridos en mi pecho.

Trazos de piel tuya o mía
reposan en la cama y la silla.
Los ojos sobre el velador
y una mano izquierda
trizada, dormida,
busca, arañando
sobre la alfombra tu rastro.

Quedan dientes limpios sobre esos escombros
queda respiro, grito,
quedan líneas en la mesa por tirar
queda fe al menos.

Al lado de mis ojos
sólo queda este reloj muerto
con todo su tiempo perdido
goteando segundos,
malgastando el poco espacio
que nos va quedando.

Me quedare con este silencio tibio tras las costillas,
quizás sea la única señal clara
de que podremos al fin abrir los ojos
y tratar de caminar.




(Remasterización de poema escrito allá por el 2000 parece,
a ver que resulta
demasiado fragmentado [mea culpa])

5 comentarios:

Unknown dijo...

buen poema!

:)

Hey querido, sesión es con dos eses !

Un abrazo !

Anónimo dijo...

Duda, es sesiones o secciones el nombre de este blog?

Poeta de Cañería dijo...

Malo eso de saberte oír en vez de leerte, y como no encaja el oído de siempre con el poema se me hace un lío.

Anda cuadrado, como yo.

Te veo, o leo, luego.

antiprímula dijo...

Buenísimo "...este silencio tibio tras las costillas..."

loukamenguante dijo...

buenissssssimo, me suena mea culpa o a después de, o a final sin fin, en fin, sin más escudriñar ni despresar el texto...bueno,
saludos cariñosos,
louka