sábado, 28 de julio de 2007

IXI



Ayer nos hicimos daño pequeña
Nos sacamos los cuchillos y endurecimos la piel
Y cada toque era una caricia de amantes viejos
Que se reconocen, olfateando en lo horrendo
esas arrugas que los construyen
Para desarmarlos

Nos deshicimos demasiadas veces en esas mismas sabanas gastadas pequeñas
No quedaba nada de ti
mientras mi boca avanzaba a mordiscos
por ese aire que te sobraba en el alma.

Ya no he vuelto a encontrar mis ojos desde que te fuiste
Ni mis manos, ni mi piel, lo que suena
Lo sórdido
Lo que me hacia abrir toda ventana
Con el alma cansada
Llena de tu voz y de tu aliento.

Ahora sólo tengo estos harapos sucios sobre mis hombros,
goteando esa agua turbia que caía desde tus ojos a mi boca
Todo volviéndose polvo
Todo doliendo
Todo hiriendo,
cayendo ácido sobre las yagas abiertas y tristes
Que no me dejan
Levantar los brazos
Para poder creer.

2 comentarios:

Perro dijo...

Me gustó tu poesía, buena. Saludos y seguiré visitando tu trabajo.

Antonia Paz Hernández dijo...

MMMMMMMMMMM
Creo que vas directo a convertirte en un canuto.
Pero si estás bien, qué tanto.

Toña